Diez propuestas para un esquema integral de construcción de paz en México

Por Mauricio Meschoulam. Publicado en El Universal el 11 de febrero de 2012. Enlace original: https://bit.ly/2JXNNKO

El objeto de este documento es resumir la presentación de una serie de propuestas que un grupo de académicos hemos venido elaborando en los últimos meses para someter a discusión la necesidad de un proyecto de construcción de paz para México. Estas propuestas no son excluyentes ni buscan abarcar todas las posibilidades existentes, sino detonar el debate, a propósito de las campañas electorales, y fomentar la imaginación para sacar al país de la condición de emergencia en que se encuentra. Hay que enriquecerlas.

Carlos Garza Falla, Alejandra Cullen, Eliza Jaimes, Erick Fernández, Gabriela Warkentin y Mauricio Meschoulam

1. La primera propuesta es modificar el discurso en cuanto al planteamiento del “combate al crimen organizado” y la “lucha por la seguridad”, y enriquecerlo por un verdadero proyecto integral de construcción de paz para el país. La paz no consiste exclusivamente en la ausencia de violencia, sino en el fomento de todos sus aspectos positivos, esos que le constituyen (Alger, 1987; Galtung, 1985; Institute for Economics and Peace, 2010). Parte de ello consiste en la reconstrucción del tejido social; otra parte en encontrar nuevos vínculos entre los ciudadanos y entre ciudadanos y autoridades. Por lo tanto, proponemos aceptar que el problema incluye pero va más allá del crimen organizado.

2. De acuerdo con los especialistas, los conflictos sólo se resuelven cuando el espectro de alternativas se abre (Galtung, 2003). La segunda propuesta es superar el pensamiento dicotómico que presenta un dilema entre actuar de un único modo o bien, como en el pasado, no hacer nada al respecto, ignorando el abanico de posibilidades entre lo uno y lo otro. Las alternativas para construir la paz incluyen el largo, el mediano y el corto plazo, los niveles macro, medio y micro, la complejidad en el pensamiento y la integralidad en las opciones y propuestas. Se deben reconsiderar, e incorporar en el modelo de construcción de paz, las particularidades de lo local. Imponer un modelo único para todo el país no es posible.

3. Proponemos estudiar a fondo los casos internacionales en donde se han implementado diferentes estrategias para solucionar situaciones similares a la nuestra, explicando a la ciudadanía en qué han consistido las acciones aplicadas, cuáles pudiesen ser estrategias alternativas y las razones por las que se elige privilegiar una estrategia por encima de otra, detallando con toda claridad los resultados producidos en otros países, las adaptaciones sugeridas para el caso mexicano, y el abanico de alternativas para la eventualidad de que las estrategias seleccionadas no produjesen los resultados adecuados en un tiempo determinado.

La referencia internacional del combate al crimen organizado en México debe incluir pero no puede reducirse al análisis del caso colombiano. La ciudadanía mexicana no es ni tiene que ser igual a la de otros países. Debemos buscar los determinantes de las reacciones colectivas para activarlos adaptando lo que sirva de la experiencia internacional y distinguiendo con claridad nuestras particularidades. Por ello y para evitar la especulación, sugerimos fundamentar las propuestas en investigación y soportarlas documentándolas con la experiencia adquirida a lo largo y ancho del planeta.

4. Al margen de las definiciones debemos enfocarnos en la búsqueda de elementos que generan cohesión en la sociedad. La instauración de una auténtica cultura de la legalidad es el caldo de cultivo de una verdadera modernización y por tanto de la consolidación de la democracia como forma de gobierno. Proponemos implementar un esquema de construcción de paz hacia el largo plazo. Poner en marcha (y explicarlo a la ciudadanía con todo detalle) políticas públicas que incluyan, pero no se limiten a: el crecimiento con desarrollo económico sustentable y con desarrollo humano, el bienestar, el empleo, la salud, la educación, la democracia, el respeto a los Derechos Humanos, el combate a la corrupción y el fortalecimiento de la transparencia y rendición de cuentas, el respeto al Estado de Derecho y una eficiente impartición de justicia, la cohesión social, la cultura de la coexistencia pacífica entre los distintos actores del país y el discurso de paz en nuestra narrativa cotidiana e histórica. Las políticas públicas deben ser incluyentes. Una cosa es aplicar la ley, otra muy distinta es buscar erradicar como plaga al que la viole o justificar su muerte con ello.

5. De manera paralela proponemos poner en marcha acciones concretas que puedan surtir efecto en el mediano plazo. Es necesario estudiar y diagnosticar los más importantes factores de riesgo que están propiciando el crecimiento del crimen organizado y fomentar políticas públicas para contener su avance (y explicarlas con detalle a la ciudadanía). Debe replantearse el modelo de desarrollo regional, más frecuente en el discurso que en la práctica. El mediano plazo, por tanto, debe incluir también pero no limitarse a: políticas públicas de desarrollo local y regional, ocupación de los espacios públicos que el Estado ha abandonado desde coladeras destapadas hasta terrenos baldíos sin atención, el fortalecimiento de la familia y las estructuras sociales, la promoción de programas deportivos y artísticos dirigidos y diseñados de acuerdo con las investigaciones internacionales al respecto, entre otras estrategias.

6. Al mismo tiempo es necesario desactivar la espiral de violencia en el corto plazo. Para ello es indispensable diferenciar la ilegalidad de la violencia, comprendiendo que no será posible terminar con la primera en poco tiempo, pero que se puede reducir la segunda en el corto plazo. Tenemos que partir de nuestras capacidades reales en cuanto al combate al crimen organizado y racionalizar nuestro potencial privilegiando un esquema disuasivo por encima de uno punitivo (Hope, 2011; Guerrero, 2011). Esto implica hacer distinciones entre grupos criminales y entre los crímenes cometidos ideando incentivos hacia los diversos actores para que detengan los actos que dañan mayormente a la población civil, castigando en cambio cuando estos incentivos no son leídos o atendidos. Debe diferenciarse entre los criminales irreparables (líderes) y los criminales que pueden reinsertarse a la sociedad con oportunidades viables.

7. Proponemos atender de manera integral los efectos psicosociales producidos en la población a raíz de la violencia asociada al crimen organizado. Para ello es necesario diseñar estrategias de prevención, intervención, y post-vención que permitan reducir el impacto psicológico de los actos violentos que la población atestigua directa o indirectamente a través de medios de comunicación tradicionales y no tradicionales (como las redes sociales). Es necesario poner en marcha estas estrategias con la colaboración del sector privado, el no gubernamental (la sociedad civil) y el público, en sus tres niveles de gobierno, lo que supone la asistencia de especialistas en el área.

8. Sugerimos diseñar políticas de comunicación gubernamental que eviten la propagación de vacíos de información y de rumores, pero que al mismo tiempo ofrezcan alternativas a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general para contener la retransmisión del terror y el pánico masivos. Esto implica informar lo que esté sucediendo de manera veraz, completa y oportuna sin evadir ni esconder datos, incluso en tiempos de crisis, pero explicando de manera concreta qué es lo que se está haciendo para controlar dichas crisis, así como las políticas que se están implementando de manera integral para solucionar la emergencia en el mediano y en el largo plazo.

9. Impulsar el periodismo de paz colaboraría de manera importante a generar un ambiente de alternativas frente a las problemáticas sociales. El periodismo de paz se destaca porque no pone su foco exclusivamente en los eventos violentos sino que busca desentrañar los conflictos subyacentes, las causas que los motivan, así como las propuestas para su solución de raíz (Galtung, Lynch, y Mc. Goldrick, 2006). En aras de indagar en los orígenes y en las potenciales salidas, el periodismo de paz busca diseñar y dirigir las preguntas adecuadas a la sociedad y a los tomadores de decisiones. Cuando hay amenaza de violencia hay que decirlo, pero también hay que informar acerca de los factores que producen la paz (Institute for Economics and Peace, 2010). Proponemos impulsar contenidos noticiosos que incluyan ejemplos de iniciativas con impacto positivo para la reconstrucción social.

10. Debe evitarse hacer uso de figuras públicas civiles que abren diálogo con las autoridades, para fines electorales. La abierta cooptación de líderes civiles resta credibilidad a los movimientos ciudadanos; atrinchera a los individuos en sus espacios privados, aleja a la ciudadanía de la construcción y creencia en un espacio y un interés colectivo. Si cada vez más especialistas estudian la experiencia nacional e internacional, es de esperarse que nuestro conocimiento en el área se vaya incrementando a medida que pasen los meses y los años. La última propuesta, por consiguiente, es mantener un diálogo permanente entre el sector público, el sector privado, la sociedad civil, la academia y los medios para enriquecer las iniciativas que vayan surgiendo y corregir, con toda humildad, el camino cuando se demuestra que alguna estrategia no está funcionando.

Para información más detallada de estas propuestas así como la lista bibliográfica que las respalda, haga click en esta liga: http://mauriciomeschoulam.tumblr.com/post/7611784679/desmenuzando-la-paz-para-este-pais

Twitter: @maurimm

Texto en: https://bit.ly/2JXNNKO

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