La crisis del mantenimiento de la paz: por qué la ONU no puede poner fin a las guerras

Autesserre, Séverine. “The Crisis of Peacekeeping: Why the UN Can’t End Wars.” Foreign Affairs, Enero / Febrero 2019. https://fam.ag/2TUUxew

*Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre el texto arriba referido*

Autesserre comienza el artículo explicando que, durante décadas, las fuerzas de paz de las Naciones Unidas han sido vistas como la solución cuando se desata violencia en el mundo y sobre todo en países vías de desarrollo. Sin embargo, los “cascos azules” han fallado en cumplir sus objetivos más básicos. Esto se debe a dos cosas: (1) la falta de recursos y (2) los malentendidos acerca de lo que hace posible una paz sostenida (Autesserre, 2019, 102). Es decir, las estrategias de la ONU favorecen acuerdos top-down con las élites y partidos políticos y dejan a un lado las estrategias bottom-up que se basan en el conocimiento local, dejando a la misma sociedad civil determinar la mejor forma de promover la paz (Autesserre, 2019, 102). Asimismo, consideran que por medio de impulsar elecciones rápidas se logra consolidar la paz (Autesserre, 2019, 110). A lo largo de los años, el debate sobre el concepto de eficacia del mantenimiento de la paz se ha centrado en una dimensión crucial: la supervivencia de la paz. Es decir, las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU se continúan llevando con relación a la ausencia de violencia (paz negativa) en lugar de construir sociedades pacíficas (paz positiva).

La autora explica que, en muchas zonas de guerra, las disputas son sobre temas como la tierra, el agua, el ganado y el poder tradicional y administrativo de bajo nivel. En Sudán del Sur, por ejemplo, no solo las tensiones entre el presidente Salva Kiir y el ex vicepresidente y ahora líder rebelde Riek Machar fueron las que alimentaron la lucha actual, sino que también las rivalidades de sectas e incontables enfrentamientos entre pastores y agricultores hicieron que los conflictos crecieran (Autesserre, 2019, 110). Por otra parte, Autesserre argumenta que intentar obtener la paz a través de elecciones políticas antes de que un país esté listo puede traer más daños que beneficios. Explica que, en Angola, en 1992, una votación temprana provocó que se restablecieran los conflictos entre el parido gobernante y el principal grupo rebelde; lo que resultó en más muertes en 2 años que en la guerra de 17 años que supuestamente había terminado la ONU (Autesserre, 2019, 110). Por ejemplo, en sucesos mucho más recientes, la ONU no ha logrado detener la catástrofe perpetrada a los Rohingyas a pesar de tener diversas agencias en Myanmar, y varias oficinas y mucho personal en el estado de Rakhine. Estos casos hacen que uno se cuestione si realmente la ONU está logrando cumplir con sus objetivos.

Por último, la autora propone que el objetivo no debe ser eliminar las fuerzas de paz, sino que se deben de repensar. ¿Cómo? Pensar y actuar con estrategias y de una manera mucho más local (Autesserre, 2019, 112). Por ejemplo, la ONU debería trabajar más arduamente en empoderar a la sociedad civil, así como invertir un mayor presupuesto a la resolución de conflictos locales (i.e. crear oficinas o departamentos especializados para la pacificación bottom-up y/o reclutar personal que tengan una mejor comprensión de los contextos locales, así como del idioma local) (Autesserre, 2019, 113-115). Para que los esfuerzos de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas tengan éxito, será necesario un mayor compromiso y cohesión, así como un mayor sentido de los objetivos a cumplir. Los “cascos azules” existen para llevar la paz a cabo no para monitorearla únicamente. Al igual, se les debe de dar preferencia a nacionales sobre extranjeros a la hora de reclutar a gente para una misión determinada. Los extranjeros deben ser contratados solamente para trabajos en los cuales no se puede encontrar una persona local con las habilidades necesarias (Autesserre, 2019, 115).

*Si desea leer el texto original del autor referido, puede consultar este enlace: https://fam.ag/2TUUxew

La crisis del mantenimiento de la paz: por qué la ONU no puede poner fin a las guerras

Autesserre, Séverine. “The Crisis of Peacekeeping: Why the UN Can’t End Wars.” Foreign Affairs, Enero / Febrero 2019. https://fam.ag/2TUUxew

*Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre el texto arriba referido*

Autesserre comienza el artículo explicando que, durante décadas, las fuerzas de paz de las Naciones Unidas han sido vistas como la solución cuando se desata violencia en el mundo y sobre todo en países vías de desarrollo. Sin embargo, los “cascos azules” han fallado en cumplir sus objetivos más básicos. Esto se debe a dos cosas: (1) la falta de recursos y (2) los malentendidos acerca de lo que hace posible una paz sostenida (Autesserre, 2019, 102). Es decir, las estrategias de la ONU favorecen acuerdos top-down con las élites y partidos políticos y dejan a un lado las estrategias bottom-up que se basan en el conocimiento local, dejando a la misma sociedad civil determinar la mejor forma de promover la paz (Autesserre, 2019, 102). Asimismo, consideran que por medio de impulsar elecciones rápidas se logra consolidar la paz (Autesserre, 2019, 110). A lo largo de los años, el debate sobre el concepto de eficacia del mantenimiento de la paz se ha centrado en una dimensión crucial: la supervivencia de la paz. Es decir, las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU se continúan llevando con relación a la ausencia de violencia (paz negativa) en lugar de construir sociedades pacíficas (paz positiva).

La autora explica que, en muchas zonas de guerra, las disputas son sobre temas como la tierra, el agua, el ganado y el poder tradicional y administrativo de bajo nivel. En Sudán del Sur, por ejemplo, no solo las tensiones entre el presidente Salva Kiir y el ex vicepresidente y ahora líder rebelde Riek Machar fueron las que alimentaron la lucha actual, sino que también las rivalidades de sectas e incontables enfrentamientos entre pastores y agricultores hicieron que los conflictos crecieran (Autesserre, 2019, 110). Por otra parte, Autesserre argumenta que intentar obtener la paz a través de elecciones políticas antes de que un país esté listo puede traer más daños que beneficios. Explica que, en Angola, en 1992, una votación temprana provocó que se restablecieran los conflictos entre el parido gobernante y el principal grupo rebelde; lo que resultó en más muertes en 2 años que en la guerra de 17 años que supuestamente había terminado la ONU (Autesserre, 2019, 110). Por ejemplo, en sucesos mucho más recientes, la ONU no ha logrado detener la catástrofe perpetrada a los Rohingyas a pesar de tener diversas agencias en Myanmar, y varias oficinas y mucho personal en el estado de Rakhine. Estos casos hacen que uno se cuestione si realmente la ONU está logrando cumplir con sus objetivos.

Por último, la autora propone que el objetivo no debe ser eliminar las fuerzas de paz, sino que se deben de repensar. ¿Cómo? Pensar y actuar con estrategias y de una manera mucho más local (Autesserre, 2019, 112). Por ejemplo, la ONU debería trabajar más arduamente en empoderar a la sociedad civil, así como invertir un mayor presupuesto a la resolución de conflictos locales (i.e. crear oficinas o departamentos especializados para la pacificación bottom-up y/o reclutar personal que tengan una mejor comprensión de los contextos locales, así como del idioma local) (Autesserre, 2019, 113-115). Para que los esfuerzos de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas tengan éxito, será necesario un mayor compromiso y cohesión, así como un mayor sentido de los objetivos a cumplir. Los “cascos azules” existen para llevar la paz a cabo no para monitorearla únicamente. Al igual, se les debe de dar preferencia a nacionales sobre extranjeros a la hora de reclutar a gente para una misión determinada. Los extranjeros deben ser contratados solamente para trabajos en los cuales no se puede encontrar una persona local con las habilidades necesarias (Autesserre, 2019, 115).