Globalización cultural estructural: una amenaza para la paz positiva y sostenible

Bari, Samreen & Nabeel A. Zubairi. 2018. Structural Cultural Globalization: A Threat to Positive and Sustainable Peace. Journal of Social Sciences and Humanities, 57(1), 77-86. http://www.fssuok.edu.pk/jssh/PDF/Jan%20-%20June%202018/Samreen_Bari.pdf

*Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre el texto arriba referido*

 

La diferencia entre guerra y paz se ha complicado más en el mundo contemporáneo porque también se emplea el término “guerra” a encaminar acciones en contra de actividades nacionales e internacionales, acciones que dañen, disminuyan o debiliten la herencia cultural de una nación; esto es llamado soft war o structural violence (2018, 77). En otras palabras, ya no se trata sólo de un enfrentamiento físico para destruir al otro.

Los autores definen violencia estructural: “violación de necesidades básicas a través del uso intencional del poder físico o psicológico” (2018, 78). Se basan en la teoría de Johan Galtung, y explican sus conceptos, como paz positiva.

Bari y Zabairi mencionan también la explicación de la guerra a través del darwinismo social, que es la aplicación de la teoría de selección natural a las ciencias sociales (2018, 78-79). Es debatible el uso de esta teoría, ya que en diversas disciplinas se ha utilizado para justificar colonización, imperialismo, esclavismo, etc. El darwinismo social puede ser utilizado para justificar opresión, argumentando que persevera el más fuerte; aunque Darwin no escribió eso, sino que sobrevive el más adaptable, no el más fuerte (diferencia crucial). Los autores dan ejemplos de cómo el darwinismo social es mostrado en diferentes etapas históricas, donde se buscó el dominio total de continentes para “lograr la paz” (2018, 79-80). Desde el punto de vista de Galtung, todos esos unificadores que “buscaban la paz”, sólo buscaban asociaciones para poder luchar con un enemigo común (2018, 80).

Los autores declaran que la globalización cultural es una forma de imperialismo escondido, a través de la interdependencia, conectividad, convergencia. Esto se demuestra en el colonialismo y la imposición de religión, sistemas educativos, sistemas legales y políticos por parte de las metrópolis (2018, 80-81).

Las potencias están utilizando la globalización para invadir y sobreponer su cultura a la de naciones en desarrollo o subdesarrollo; esto es llamado “imperialismo cultural”. Las culturas locales se han dañado por la sobreexposición a culturas de países potencia. Por lo tanto, no se le debe llamar globalización, sino imperialismo cultural, hegemonía o soft power (2018, 81).

Citan a James Petras[1] con una línea que resume bastante bien la postura de este artículo sobre la globalización imperialista: “the mayor powers are using this social process to achieve their targets […] to attain economic prosperity and to create hegemony by shaping popular consciousness(2018, 82). Modelar el inconsciente colectivo puede significar la prosperidad de una nación o cultura a través de muchas generaciones.

Los autores sostienen que la inseguridad cultural lleva a crisis económica (no especifican cómo), anarquía e inseguridad fronteriza (tampoco especifican cómo); porque el amor a la cultura y el amor por la nación son directamente proporcional (2018, 82). Así justifican que el nacionalismo es la respuesta, dando estabilidad económica, sinceridad, self-accountablity, lealtad, etc.

Comparan globalización con violencia estructural, diciendo que un cambio en las generaciones más jóvenes de naciones débiles crea un “desbalance” y que eso destruye la paz (2018, 83). Aseguran que la globalización es algo malo porque divide y conquista a las demás naciones, inyecta de valores extranjeros y acaba con las culturas locales; es una forma de opresión (2018, 83).

Detallan que la globalización crea desigualdad, en la que ciertas partes de las sociedades son elevadas y las más marginadas son empobrecidas aún más; en este punto citan a Galtung asegurando que la desigualdad lleva a la frustración y polarización, resultando en deshumanización, odio, violencia y trauma (2018, 84).

En resumen, este artículo asegura que la globalización en su estado actual funciona más como un arma colonializadora al servicio de las potencias, afectando la cultura local de países menos poderosos. Esto lo comparan con la violencia estructural (concepto de Galtung); por lo tanto, la globalización es mala para la paz y la respuesta es el nacionalismo (no sólo cultural).

Los autores aseguran que el nacionalismo es la clave para el orden y que eso significa paz, pero no mencionan cómo se relacionan. Sin embargo, tienen un punto muy importante al decir que las culturas locales de países en desarrollo están en riesgo frente a la cultura de las potencias globales. CIPMEX considera relevante cuando mencionan que la globalización genera desigualdad, pero difiero en que la respuesta sea el nacionalismo. La distribución equitativa de recursos, buen funcionamiento de los gobiernos, alto nivel de capital humano, entorno empresarial sólido y bajos niveles de corrupción (siendo algunos de los pilares de la paz) son mejores respuestas a la desigualdad que el nacionalismo. En general, creo que el artículo sirve a CIPMEX para entender posturas diferentes sobre la paz positiva. 

 

 

 

 

 

[1] The James Petras Website. 2016. “Washington’s global economic wars”. Disponible en: https://petras.lahaine.org/washingtons-global-economic-wars/

*Si desea leer el texto original del autor referido, puede consultar este enlace: http://www.fssuok.edu.pk/jssh/PDF/Jan%20-%20June%202018/Samreen_Bari.pdf

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