Climate crisis could displace 1.2bn people by 2050, report warns

Henley, Jon. 2020. “Climate crisis could displace 1.2bn people by 2050, report warns.” 9 de septiembre del 2020. https://bit.ly/33Ly9KJ

Institute For Economics & Peace. “Ecological Threat Report 2020: Understanding Ecological Threats, Resilience and Peace.” Septiembre 2020. http://visionofhumanity.org/reports

*Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre los textos arriba referido*

“Las amenazas ecológicas plantean un serio desafío a la paz global. Durante los próximos 30 años la falta de acceso al agua y alimentos solo aumentará sin una urgente cooperación global. La falta de acción muy probablemente aumentará el malestar social, disturbios y conflictos” (Henley, 2020, pa. 6). El “Ecological Threat Report 2020” (ETR) mide las amenazas ecológicas que los países enfrentan hoy en día y las proyecciones para el 2050 (IEP, 2020, 2). El análisis del reporte afirma que los países incapaces de resistir a las amenazas ecológicas están dentro de los países menos pacíficos del mundo (Henley, 2020, pa. 1). Es más, los 19 países que se enfrentan al mayor número de amenazas se encuentran dentro de los 40 países menos pacíficos del Global Peace Index (Henley, 2020, pa. 3).

El ETR reconoce que existen nuevas amenazas climáticas y que los países reaccionan de manera diferente dependiendo de su nivel de resiliencia y capacidad de responder frente a las adversidades políticas y sociales para evitar un incremento en la violencia e inconformidad social (IEP, 2020, 23). Por ello, buscan identificar, dentro de los 157 países analizados, áreas donde la resiliencia no es suficiente para enfrentar las amenazas (IEP, 2020, 2). Las amenazas que analizan se pueden dividir en dos ámbitos: escasez de recursos (incluye el crecimiento poblacional, escasez de agua, inseguridad alimentaria) y desastres naturales (sequías, inundaciones, ciclones, aumento de temperaturas y niveles del mar), los cuales muestran la vulnerabilidad de las regiones y países (IEP, 2020, 18). De igual modo, identifican 31 hotspots ecológicos, en donde viven alrededor de 1 billón de personas, entendidos como espacios que combinan altos niveles de amenazas ecológicas y bajos niveles de resiliencia en el ámbito socioeconómicos. Estos hotspots suelen estar agrupados en zonas geográficas de las cuales destacan tres por su nivel de riesgo: el Sahel, África austral y Medio Oriente y Asia Central (IEP, 2020, 57).

La paz positiva es una medida precisa de la resiliencia socioeconómica de los países frente a las amenazas ecológicas (IEP, 2020, 57). Existe una alta correlación entre la mejora en los niveles de seguridad alimentaria y del agua y la habilidad de responder a desastres naturales y shocks ecológicos (IEP, 2020, 68), cuanto más alto sea el nivel de paz positiva, menores son los daños resultantes de desastres naturales (IEP, 2020, 77). Es preciso resaltar que en un futuro podemos esperar múltiples amenazas simultáneas, creando un efecto multiplicador con un impacto negativo (IEP, 2020, 10) y aún más si consideramos que 141 de los 157 países analizados están expuestos a por lo menos una amenaza ecológica (IEP, 2020, 2). Hay una conexión inevitable entre el desarrollo socioeconómico de los países y la capacidad de los países de conseguir los recursos necesarios (IEP, 2020, 71); mientras África Sub-Sahariana es la región con mayor riesgo, tomando en cuenta que 33 de los 43 países enfrentan riesgos moderados y altos (IEP, 2020, 16), solo 16 países en el mundo no enfrentan ningún riesgo, entre ellos Suecia, Noruega, Irlanda e Islandia (Henley, 2020, 11).  Reconocer que una amenaza ecológica puede poner en riesgo uno o varios de los pilares de paz y ocasionar mucha más violencia o desestabilizar un país es fundamental para comenzar a actuar. Países que anteriormente parecían ser pacíficos podrían enfrentar grandes riesgos por no contar con las herramientas o la resiliencia necesaria para responder a una amenaza ecológica.

Los desastres naturales se han vuelto diez veces más frecuentes desde 1960 como resultado de la crisis climática. Entre 1990 y 2019 hubo un total de 9,924 de los cuales el 42% fueron inundaciones, el desastre natural más común, los cuales causan pérdidas humanas, destrucción de propiedad e infraestructura y agravan la escasez de recursos (IEP, 2020, 48-50). No sólo incrementará la frecuencia, también aumentará la vulnerabilidad de los Estados (Henley, 2020, 12), como es el caso de Irán, Mozambique y Madagascar, actualmente considerados estables pero clasificados como de alto riesgo (IEP, 2020, 2).

La migración es un mecanismo de adaptación frente a desastres naturales, por los cuales se han desplazado aproximadamente 24 millones de personas al año, tres veces más que los desplazamientos por conflictos armados (IEP, 2020, 48) y para el 2050 se espera que más de 1 billón de personas enfrenten un posible desplazamiento como resultado de la crisis climática (Henley, 2020, pa. 1), principalmente por falta de agua y comida (IEP, 2020, 9). Incluso se espera un incremento de 2.1 metros en el nivel del mar que obligará a 200 millones de personas alrededor del mundo a desplazarse (IEP, 2020, 51). Las consecuencias, por lo tanto, no se limitan a los países en riesgo, sino que tendrá efectos secundarios en países aledaños, causando inestabilidad política y disociación social (IEP, 2020, 5). Esto quiere decir que Europa y América del Norte, a pesar de tener mejores mecanismos de defensa frente a las amenazas, no serán inmunes a las olas migratorias causadas por la crisis climática (IEP, 2020, 2). Las consecuencias dentro de cada región y país serán sin duda desproporcionadas, afectando más a las comunidades pobres y vulnerables, lo cual podría alimentar la polarización en varios países.

Las olas migratorias podrían reforzar los discursos de odio, la intolerancia y los nacionalismos que, a su vez, podrían traducirse en cambios a las políticas públicas, estableciendo precedentes peligrosos en las instituciones y alejándose de la paz positiva. Esto se ve ejemplificado en casos como Italia, Hungría y Estados Unidos

Los países menos pacíficos son también aquellos con los niveles más altos de inseguridad alimentaria. Actualmente 2 mil millones de personas afrontan una inseguridad alimenticia y de bienestar y se espera que este número llegue a 3.5 billones para el 2050 (IEP, 2020, 28-30). Se espera que en los próximos 30 años haya un incremento de 50% en la demanda mundial de comida y de manera paralela se espera un incremento del 32% en personas desnutridas (IEP, 2020, 2-4). También cabe mencionar que se espera que el 22% de los países sufra de una inseguridad alimenticia catastrófica, lo cual implica un mayor riesgo de inanición como consecuencia de una crisis económica, social o ecológica (IEP, 2020, 13). Es clave mencionar la región de África Sub-Sahariana, donde la mitad de la población sufre de inseguridad alimentaria moderada o severa y se espera que para el 2050 la población incremente en un 94%, agravando la falta de alimentos. Entre los países más afectados están Sierra Leona, Liberia y Níger, los cuales muestran una clara tendencia entre los niveles de ingreso de la población y el porcentaje de la gente enfrentándose a inseguridad alimentaria (IEP, 2020, 28-31). Y además las comunidades se enfrentan a la volatilidad en los precios de comida, la mitad de la población de los países menos pacíficos muestran una incapacidad para comprar alimentos, incrementando el riesgo de hambruna e inestabilidad social (IEP, 2020, 34-37).

La escasez del agua, por otro lado, es un grave problema si consideramos que el mundo tiene 60% menos agua fresca disponible que hace 50 años (Henley, 2020, 12). Es así como para el 2040 un tercio de los países van a experimentar altos o extremos niveles de escasez de agua (IEP, 2020, 3). Vale la pena mencionar que todos los países del Medio Oriente y África del Norte se enfrentarán a una escasez de agua, por lo que será necesario coordinar esfuerzos regionales para afrontarlo. Si consideramos la poca accesibilidad al agua, el incremento en la demanda y la destinación de un porcentaje importante a la agricultura y la industria, logramos entender porque en la última década los conflictos relacionados al agua han incrementado en un 270% a nivel mundial (IEP, 2020, 38-44). La falta de acceso y suficiencia de uno de los recursos básicos de supervivencia es, sin duda alguna, un detonante de actitudes y acciones violentas. Es importante reconocer que darle prioridad a las industrias en la distribución injusta de recursos ponen en riesgo a un mayor porcentaje de la población. 

Uno de los mayores retos para la paz y el desarrollo es el crecimiento poblacional. Para el 2050 la población mundial será de 10 mil millones de personas, con una gran mayoría del crecimiento concentrado en los países menos pacíficos, de tal forma que el 80% de la población vivirá en países en la mitad inferior del Global Peace Index (IEP, 2020, 22). Aunque China e India seguirán siendo los países con mayor población (IEP, 2020, 27),Níger, que espera un crecimiento poblacional de 171% (IEP, 2020, 3-4) y otros países como Angola, Burkina Faso y Uganda están en alto riesgo de un incremento poblacional que ocasione un desplazamiento masivo (Henley, 2020, 4). La suma de las diferentes problemáticas requiere de una solución mucho más compleja. La falta de recursos junto con la creciente población crearán situaciones desconocidas que requerirán de soluciones creativas.

Es interesante reconocer que, aunque hay asistencia relacionada a la crisis climática, no tenemos suficiente información respecto a las situaciones y proyectos dirigidos a la construcción de resiliencia frente a estas amenazas. Esta asistencia está focalizada en sectores (transporte, energía, agricultura, protección medioambiental y suministro de agua y saneamiento) y territorios específicos por ser de alto riesgo. Los proyectos están divididos en nueve áreas, dando prioridad al suministro de agua y saneamiento, seguridad alimentaria y protección medioambiental.  (IEP, 2020, 78-81). Frente a la nueva amenaza del COVID-19, el apoyo internacional que recibirán los países más vulnerables decaerá notablemente, provocando crisis sociales, políticas y económicas (IEP, 2020, 74).  La falta de reconocimiento del problema por parte del liderazgo de los países y organismos internacionales han imposibilitado la toma de decisiones oportunas e informadas respecto al cambio climático.

Es fundamental que la comunidad internacional integre el cambio climático como uno de los pilares básicos de la seguridad humana y, por lo tanto, de la paz. La falta de acción hoy, frente a los desastres naturales y falta de recursos, podría significar un mayor riesgo a la manutención de la paz y el cumplimiento de derechos humanos. Lo mismo se podría decir de la escasez de recursos, ya que históricamente han desencadenado actitudes violentas y conflictos armados, creando escenarios cada vez más complicados para la construcción de paz. Tanto los desastres naturales como la escasez de recursos crean un círculo vicioso de actitudes y fallas estructurales que privan a las personas de una vida digna, creando escenarios caóticos para los estudios de paz. 

*Si desea leer el texto original del autor referido, puede consultar este enlace: https://bit.ly/2JG8i0A

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