Difícil de alcanzar: atención médica en conflictos armados

Debarre, Alice. 2018. Hard to Reach: Providing Healthcare in Armed Conflict. International Peace Institute. https://www.ipinst.org/wp-content/uploads/2018/12/1812_Hard-to-Reach.pdf

 *Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre el texto arriba referido*

El reporte indica que el conflicto armado es un problema de salud global. Los conflictos prolongados tienen consecuencias no solo para los heridos de guerra sino también para la salud de comunidades enteras. A lo largo de los años, los actores mundiales de la salud y los actores humanitarios han desarrollado políticas, marcos y estructuras de salud para mejorar la prestación de servicios de salud en situaciones de emergencia o crisis humanitarias. Sin embargo, la respuesta internacional en entornos afectados por conflictos aún enfrenta desafíos. Algunas políticas y marcos deben ser rediseñados, mientras que otros deben implementarse mejor (Debarre 2018, pa.1). El conflicto no solo tiene un impacto material, sino también tiene un impacto en el bienestar de las personas, lo que lo convierte en un problema de salud global. Esto resulta en un factor adicional a los que ya existen a raíz de la emergencia de choques armados. 

Los actores de la salud enfrentan numerosas limitaciones para brindar atención médica en entornos afectados por conflictos: (1) Se enfrentan a limitaciones relacionadas con los sistemas de salud. El conflicto daña la salud y la infraestructura relacionada con la salud y conduce a una escasez de medicamentos, suministros médicos, personal de salud y recursos financieros; (2) El conflicto armado dificulta que los trabajadores de salud tengan acceso a las poblaciones necesitadas. Esto ocurre debido al aumento de la inseguridad, las barreras legales y administrativas, la militarización, la politización, y la mala gobernabilidad entre otros factores; y (3) Algunos desafíos se deben a la forma en que los donantes y otros estados se involucran en temas humanitarios y de salud, en particular cuando asignan la ayuda de una manera que no se alinea con las necesidades locales (Debarre 2018, pa.2).  Un ejemplo claro de cómo la intervención de actores que no pertenecen a la sociedad afectada muchas veces puede fallar a la hora de brindar apoyo, ya que no conocen las verdaderas necesidades de la población. Por ese motivo, es necesario que la misma sociedad sea parte de la toma de decisiones. 

La ONU y sus estados miembros, así como las organizaciones internacionales clave, han desarrollado una serie de políticas para responder a estos desafíos. Los actores de la salud en el terreno tienen poco control sobre la mayoría de los desafíos anteriores, pero pueden hacer una gran diferencia al implementar estas políticas de manera adecuada. Sin embargo, sigue habiendo lagunas tanto en las políticas internacionales de salud como en su implementación. Por otro lado, la coordinación insuficiente entre los actores humanitarios da lugar a brechas o duplicación de servicios, mientras que la coordinación insuficiente entre los actores humanitarios y de salud mundial socava la complementariedad de los esfuerzos y la continuidad de la atención. A menudo existe un contraste entre las prioridades de los actores de la salud y las necesidades de la población afectada, y los servicios clave para la salud sexual y reproductiva o la salud mental no tienen prioridad suficiente. Así, las políticas no están lo suficientemente adaptadas a contextos específicos afectados por conflictos (Debarre 2018, pa.3). Esto resulta importante ya que debido al conflicto y la falta de acceso a la salud, un factor indispensable para la vida en condiciones de bienestar, se pueden producir efectos psicosociales y estrés agudo provocando falta de paz. Esto  no solo sucede por el conflicto armado, pero también por los efectos del mismo.  Enfrentar estos desafíos tendrá un impacto directo en la vida de las personas en entornos afectados por conflictos. Sin embargo, hacerlo requiere un cambio radical en la mentalidad y los incentivos que guían las acciones de los actores internacionales de salud. Aun así, más cambios incrementales también pueden ser beneficiosos, incluidos los siguientes (Debarre 2018, pa.5-8): (1) Mejorar la coordinación entre los actores humanitarios, de desarrollo y de salud global; (2) responder a las necesidades específicas de cada contexto; (3) Responsabilizar a los actores de la salud ante las poblaciones afectadas por su desempeño; (4) Hacer respuestas sostenibles.

*Si desea leer el texto original del autor referido, puede consultar este enlace: https://www.ipinst.org/wp-content/uploads/2018/12/1812_Hard-to-Reach.pdf

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