El cólico menstrual mexicano

Por: Tania Nannous. Publicado en El Sol de México el 27 de noviembre del 2020

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En Escocia, las personas que menstrúan no tendrán que gastar ni un centavo de su salario en productos menstruales, no tendrán que vivir con estigma menstrual, ni con un tema completamente tabú que se mantiene en la mayoría de las sociedades. La primera vez que escuché hablar de la pobreza menstrual estaba en Inglaterra cursando mi maestría. En la universidad, todos los miércoles entregaban productos menstruales de manera gratuita. Recuerdo que una vez, una mujer de otra nacionalidad –no inglesa– llegó a la mesa de los productos menstruales y preguntó por el precio, no olvido su cara cuando le dijeron que eran gratis (casi igual que la mía). Cuando preguntó por qué, le respondieron “porque creemos que las personas no deben pagar por menstruar”. Esta respuesta hizo que algo hiciera clic en mi vida, que algo que nunca me había cuestionado, se convirtiera en una obviedad. ¿Era justo que tuviéramos que pagar por algo completamente biológico?

En México existen miles de personas (pues no solamente las niñas o mujeres menstrúan, también las personas no binarias y hombres trans, pero ese es otro tema) que no tienen suficientes recursos para acceder a productos de higiene y protección necesaria para su período. La falta de acceso a productos sanitarios, aunado a la falta de educación sobre higiene menstrual e instalaciones con agua potable en el país continúa siendo un desafío para vivir un período menstrual, dejando a relucir que la menstruación en México es un lujo.

El caso de Escocia habla de una gratuitidad en los productos menstruales, en México el tema está tan alejando que ni siquiera se ha logrado que se les exima del IVA. Aunque el colectivo Menstruación Digna México ha hecho un esfuerzo por hacer público el tema de la menstruación, logrando que en octubre se votara por una tasa cero de impuestos a productos menstruales, ésta fue rechazada por la Cámara de Diputados.

En diversas ocasiones, la importancia de lo mencionado anteriormente se invisibiliza, pero en realidad lo que se está pidiendo es que todas las personas que menstruan tengan derecho a una salud digna. En muchas comunidades marginadas, miles de personas dejan de ir a la escuela, a trabajar o inclusive les impide salir de su casa una vez al mes.

Menstruar no es un lujo y debe de dejar de ser tratado como tal. De nuevo, lo personal se vuelve político y, de esta manera, la discriminación que supone el impuesto menstrual se convierte en otro elemento que genera desigualdad para las personas más vulnerables. La lucha en Escocia se ganó, en México apenas comienza.

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