Mientras tanto en Lesbos

Por Andrea Muhech:  Publicado en El Sol de México el 15 de mayo del 2020. Enlace original: https://bit.ly/2T8kpWe

¿Quién diría que la isla que se volvió un ejemplo internacional de acogida en 2016 se iba a convertir en un escenario para la extrema derecha?

Esa isla es Lesbos, en Grecia, y es una de las más cercanas a la costa de Turquía. El tema tiene mucho pasado, sin embargo, entre sus raíces se encuentra la crisis migratoria que llevó a la UE y Turquía a firmar un acuerdo en el 2016. Ankara se comprometió a retener a los refugiados sirios que intentaban llegar a Europa a cambio de 6,000 mill de euros, no obstante, esto se convirtió en un arma política de presión.

A finales de febrero, el régimen de Bashar al Asad bombardeó Idlib y entre las víctimas hubo 30 soldados turcos. Esto, fue el detonante para que Erdogan materializara sus amenazas por falta de solidaridad de la UE y en la gestión de los 4 mill de refugiados sirios que alojan y abriera las puertas a estos para que cruzaran a Europa a través de la frontera con Grecia.

Desde ese entonces, los campos de refugiados de Grecia y en este caso Lesbos, pasaron de estar sobrepoblados a explotar (Moria tiene una capacidad para 3,000 y aloja a 20,000) y en julio, el gobierno ordenó remplazar los existentes con centros de detención cerrados. Muchos locales, cansados de la situación, recibieron mal la noticia y además de que las protestas subieron, la violencia aumentó.

Lesbos ahora es en los medios una crisis internacional en la que podemos ver: barcos que monitorean a los refugiados incendiados, periodistas golpeados, voluntarios de las ONGs amenazados, y refugiados violentados. Ahora bien, además de los locales y externos ¿quién es una víctima y a la vez un beneficiario de esto? La extrema derecha.

Encima de los identitarios europeos quienes se sienten amenazados con la llegada de los refugiados, se presentaron en la isla otras figuras como neonazis e islamofóbicos de diversas partes del mundo en búsqueda de contenido (Fallon, 2020). Ellos son víctimas porque se les está “arrebatando” el territorio y a su vez beneficiarios porque estos conflictos refuerzan su narrativa. Esto les sirve para alimentar las pesadillas sobre el reemplazo cultural de los suyos, y como “caso de estudio” que prueba que “sus” tierras se están invadiendo.

La extrema derecha está utilizando sus plataformas para tergiversar el sentimiento local como uno hostil hacia los refugiados. Esto en muchos casos es real y los locales se polarizan. No obstante, generalizar siempre es un error y la realidad sobre la visión de la comunidad diversa de Lesbos y sobre los migrantes es más complicada de lo que como audiencia vemos. Al leer las noticias, es importante hacerlo con eso en mente para no convertirnos en caldo de cultivo para extremismos.

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