Escrito por: Mauricio Rojsen. Publicado por El Sol de México el viernes 24 de noviembre de 2023. Haz click para leer el texto original.
El pasado domingo 19 de noviembre, en Argentina se dio un resultado electoral sin precedentes donde Javier Milei, candidato a la presidencia por parte de su partido político La Libertad Avanza, resultó victorioso con casi el 56% del voto. Esto a pesar de que las encuestas antes de los comicios mostraban un empate técnico y que, en la primera vuelta, Sergio Massa, candidato justicialista y ministro de economía del actual gobierno, recibió más votos.
La realidad es que Argentina enfrenta una situación de dificultad económica pocas veces vista antes en la región. La calificadora de riesgo Moody’s estimo que la nación platense cerrará el 2023 con una inflación anual del 147% y un retroceso en su PIB del 3.5%. Estas difíciles circunstancias han ocasionado que más del 40% de la población del país del Cono Sur se encuentre por debajo de la línea de pobreza y que la calidad de vida de la ciudadanía se vea menguada un poco más día con día.
Por eso mismo, no se puede culpar a la población de optar por una opción que promete un cambio real por encima de otra que representa más de lo mismo, un miembro fundamental del régimen de la miseria actual. Javier Milei, cuyo lema principal es “viva la libertad, carajo”, ha prometido dolarizar la economía, a pesar de que el Fondo Monetario Internacional ha advertido que esto no sustituye una política fiscal sostenible.
Asimismo, el presidente electo, quien se autodescribe como un anarcocapitalista, ha propuesto limitar lo más posible el gasto público y eliminar varios impuestos; fusionar los ministerios de educación, salud y desarrollo social en uno solo, que nombraría del “Capital Humano”; privatizar las empresas paraestatales deficientes y, de forma alarmante, comenzar a cobrar por el servicio de salud y la eliminación de las escuelas públicas. Milei ha llegado tan lejos como para proponer la compraventa de órganos, argumentando que al final del día existe un mercado y este debe ser libre.
Sin embargo, para el ganador solo importa la libertad económica, pues la libertad social es irrelevante. Se ha posicionado claramente en contra del derecho a decidir, a favor de la portación de armas, en contra del combate al cambio climático, en contra de la justicia social porque “es esa que dice esta atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, sin tener en cuenta que alguien tiene que pagarla”, según sus propias palabras.
Este discurso del viejo oeste, donde cada uno se vale por sí mismo, no hace más que mantener la violencia sistémica y castigar a los pobres por ser pobres. Milei propone la libertad para el capital y la libertad para el necesitado de necesitar más. Avanza la libertad del más fuerte sobre el más débil.