El otro también eres tú

Por Andrea Muhech. Publicado en Cultura Colectiva el 6 de abril del 2020. Enlace original: https://bit.ly/2zmdRvP

A medida que el mundo se prepara para combatir el Coronavirus y todos luchan desde su posición para que las consecuencias sean las menores posibles, muchos se olvidan de los más vulnerables de la sociedad y de los menos visibles.

¿Te has preguntado qué pasa ahora con las personas con discapacidades? ¿con las personas que viven en situación de calle? ¿con los que viven al día? ¿con los que viven en países en guerra? ¿con los enfermos (de otras cosas)? ¿Te has preguntado qué pasa ahora con los refugiados y migrantes?

Antes que nada, te tengo que aclarar que no es lo mismo un migrante que un refugiado. De acuerdo con Naciones Unidas (s/f), los migrantes (y hay diferentes tipos de migrantes) son personas que han salido de su país en busca de oportunidades. Por otro lado, a diferencia de los migrantes, los refugiados son personas que huyen de conflictos armados, violencia o persecución y se ven por ello obligadas a cruzar la frontera de su país para buscar seguridad. Dentro de los refugiados, muchos viven en campamentos, pero también existen refugiados que viven en áreas urbanas o rurales y necesitan ayuda para poder reconstruir sus vidas. México, para que te des una idea, recibió en los primeros ocho meses del año pasado, 48,254 solicitudes de refugio (EFE 2019).

Ahora bien, en los momentos de crisis y más que nada durante crisis sanitarias, los refugiados y migrantes tienen un riesgo único y a pesar de eso se quedan fuera de la ecuación incluso en varios de los países que los albergan. En los últimos años, los conflictos, la migración forzada, el cambio climático y la inestabilidad han provocado un aumento en el número de refugiados. Para el 2019 había 20.4 millones de refugiados de acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Si lo comparas con los 17.2 millones que había en el 2016 puedes comprobar de lo que hablo. De hecho, a nivel mundial, unos 70.8 millones de individuos se encuentran desplazados por la fuerza y si bien para la mayoría estas personas no entran dentro de sus preocupaciones, el sentir la amenaza de la actual crisis los hace más ajenos todavía (Ravi 2020). 

Desde siempre, la migración es un tema en la mesa. El nacer en donde naciste te marca de por vida y si desgraciadamente te tocó la suerte de nacer entre fronteras conflictivas y te movilizas vas a ser el “diferente”. Esto es en distintos niveles y temas, pero muchas veces cuando llega ese otro, este se vuelve “culpable” de los cambios negativos en el entorno. Ejemplo: los migrantes musulmanes que son tachados como terroristas en países occidentales. Otro ejemplo: los mexicanos que llegan a “quitarles el trabajo” a los americanos. Otro ejemplo: los migrantes que traen el Coronavirus a tu país. Según Ravi (2020), algunos líderes políticos han intentado culpar del brote a refugiados y migrantes. Matteo Salvini, el líder derechista italiano, declaró erróneamente que los inmigrantes africanos fueron responsables de introducir el Coronavirus en Italia. El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, también alegó un vínculo falso entre el virus y la inmigración ilegal. El miedo se entiende, pero los argumentos injustificados solo estigmatizan a los refugiados con mayor riesgo de enfermedad y muerte y les dificulta recibir atención durante la crisis.

Me gustaría dar una cifra específica de los territorios que han confirmado casos de Coronavirus, sin embargo, ahí no puedo ser tan precisa ya que además de que estamos en un momento en el que nada es seguro, minuto con minuto los números oficiales se modifican. Digamos que la mayoría para no errar. De esta nadie se escapa ni se va a escapar. Ahora bien, algo que sí es seguro al día de hoy es que algunos de los países con las mayores poblaciones de refugiados ya tienen un número de casos alarmante. Por otra parte, otras decenas de países que albergan miles de refugiados ya se encuentran también en situaciones críticas.

Como respuesta a la pandemia, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha pedido ya 33 millones de dólares para mejorar las condiciones en los campamentos de refugiados expandiendo los servicios de salud y estableciendo redes de vigilancia. No obstante, esos esfuerzos por sí solos son insuficientes ya que además de esos asentamientos, está el otro 80 por ciento de los refugiados que reside en países de ingresos bajos y medios (Ravi 2020). A los primeros; la destrucción de las instalaciones, las cadenas de suministro inestables y la escasez de trabajadores de salud les impiden el acceso a las pruebas y atención médica. Además, estas personas no pueden ni aplicar el distanciamiento social ni el lavado de manos porque hay escasez de agua y jabón y no hay espacio. A cientos de los segundos (que no tuvieron la suerte ni los recursos ni la oportunidad para hacer una mejor vida en el país de acogida); la atención médica deficiente, la baja cobertura de inmunización, y el acceso limitado a los servicios de salud los hace además de vulnerables un posible agravante del brote.  

¿Qué más acciones se han tomado por parte de las organizaciones?El ACNUR, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja publicaron recientemente una guía provisional que describe las consideraciones de preparación y respuesta de COVID-19 para los refugiados. Por otra parte, el Secretario General de las Naciones Unidas, emitió un plan humanitario por $2 mil millones de dólares para combatir la pandemia y sus impactos en los refugiados y las personas desplazadas (Ravi 2020).

¿Por qué hay países que no han abordado las necesidades de los refugiados? Están los países que  han declarado explícitamente que no quieren o pueden proporcionarles los mismos derechos a los refugiados que a los ciudadanos. Están a los que incluir a esta población en sus planes les representa desafíos técnicos como por ejemplo las barreras legales que limitan los servicios de salud en algunos países de acogida. Están los gobiernos que se ven rebasados en situaciones de conflicto y pierden el control sobre ciertas regiones y ahí entran las brechas de cobertura. Están los que enfrentan fuga de cerebros médica y éxodo de trabajadores de salud pública. Están los que no pueden contener el tamaño y movilidad de las poblaciones de refugiados y que por lo tanto no pueden rastrear a las personas en riesgo y garantizarles suministros médicos…. En fin, el punto, es que algunos queriendo y algunos sin querer pero cientos de miles de personas no están protegidas o contempladas y eso exacerba la crisis. Llegamos a un punto en el que las acciones ya no son un tema moral si no quiere ser visto así, si se quiere ver frío y de manera “práctica”, entre menos control y menos gente contemplada, más rápido llega a más lugares y se multiplican las muertes. Entre menos te preocupes por el otro más sales afectado tú al final (Ravi 2020). 

Aunque incluso los países con recursos están luchando, el apoyo a los esfuerzos humanitarios para proteger la salud de los refugiados debe seguir siendo una prioridad para los tomadores de decisiones y debe de quedar claro que nadie puede permitirse dejar atrás a sus más vulnerables. Los virus no respetan fronteras nacionales y cuando los países no protegen a esa población se debe de entender que la sociedad entera asume el riesgo resultante. 

¿Qué pasa si nada más te preocupas por la gente de tu casa y después sales? Te contagias porque el otro está contagiado. 

No estaremos preparados hasta que entendamos que de nada nos sirve preocuparnos sólo por los nuestros, o si lo quieres ver así, el otro también eres tú ¿de verdad te vas a cuidar a medias?

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