Escrito por Marina Zavala. Publicado por El Sol de México el viernes 22 de septiembre de 2023. Haz click para leer el texto original.
No es raro que regañemos a nuestras hijas e hijos por pasar demasiado tiempo frente a pantallas, especialmente cuando se trata de juegos digitales. Los videojuegos han cobrado gran relevancia en las últimas décadas, convirtiéndose rápidamente en la industria más consumida, por ende, lucrativa del mundo; para el 2025, se espera que este mercado supere los 9,179 millones de dólares de ingresos (Allied Market Research, 2019).
Sin embargo, lo que comúnmente percibimos como una amenaza para la formación y bienestar de nuestros hijos e hijas, a menudo estigmatizados como una “pérdida de tiempo” o una potencial fuente de adicción, también tiene una ventana de oportunidad.
Los entornos virtuales dinámicos y la simulación que ofrecen los videojuegos son un parteaguas en la educación. La clave para entender el poder constructivo y de impacto social que estos tienen radica en que, en lugar de aprender pasivamente a través de abstracciones de lecturas o conferencias, los videojuegos ofrecen una “comprensión situada”, basada en la idea de que el cerebro asimila mejor la información y habilidades cuando se involucra activamente en un entorno significativo (Davarsi, 2016).
Los videojuegos pueden ser un instrumento de aprendizaje activo y pertinente, especialmente para una generación de estudiantes que crecen bajo el contexto de medios interactivos y participativos. Dentro de esta categoría, los “Serious Games” destacan al ofrecer una experiencia interactiva para abordar una amplia variedad de temas sociales y motivar al jugador a enfrentar injusticias y dinámicas de opresión.
Los Serious Games son aquellos videojuegos que tienen un propósito educativo explícito y cuidadosamente pensado. Estos proveen una vía para que las partes interesadas se adentren y comprendan los sistemas organizativos o sociopolíticos complejos, así como los conflictos del mundo a través del juego. Esto tiene implicaciones importantes para el trabajo de educación sobre la paz, ya que la comprensión situada en el contexto y la cultura puede llegar a conducir a un mejor entendimiento entre las personas y fomentar la cooperación (Darvasi, 2016).
‘Darfur está muriendo’, jugado por más de dos millones de personas, es un ejemplo ilustrativo de los objetivos y componentes que conforman un Serious Game. El videojuego, desarrollado por TAG Games, es un juego de simulación sobre lo que viven 2.5 millones de refugiados en Darfur. A medida que avanza la narrativa y el jugador se adentra en la simulación, tanto los recursos visuales, como la misma mecánica del juego, permiten que identifiquemos de las denuncias que el Serious Game busca transmitir: el genocidio de Darfur y las consecuencias para la población.
Es hora de reconocer plenamente el potencial de los videojuegos como un medio efectivo para impulsar la paz en nuestra sociedad. Aprovechar esta oportunidad significa involucrar a las nuevas generaciones en la construcción de un mundo mejor, donde la empatía, colaboración y el entendimiento sean las bases sobre las cuales edificamos un futuro más pacífico y armonioso para todos.