Por: Sofía Quintanilla.
Publicado en El Sol de México el 16 de junio de 2019. Enlace original: https://bit.ly/2MPhsZP
Las organizaciones no gubernamentales (ONGs) han fortalecido a la sociedad civil, así como a la democracia. No obstante, durante los últimos años, se ha vuelto trascendental buscar una respuesta en cuanto al papel que han tomado algunas ONGs como herramientas de representación para la sociedad civil.
En ocasiones, ciertas ONGs terminan por comprometer sus objetivos por complacer a sus donadores; a veces por cuestiones económicas y falta de apoyo gubernamental y otras por el hecho de no cuestionar el status quo. De esta forma, esas ONGs han ido perdiendo su esencia natural con el propósito de crear y mejorar las relaciones íntimas con el gobierno nacional, empresas privadas e instituciones internacionales (ONU). Por ende, muchas han tendido a perder la conexión con su objetivo principal: la representación de la sociedad civil en los procesos de toma de decisiones. Su enfoque, ahora, radica en complacer a unos cuantos pertenecientes a la élite global (esfera social que, en su mayoría, solo vela por sus propios intereses—generalmente los económicos), provocando que las ONGs se vean gobernadas por éstas.
A su vez, en determinadas ONGs prevalece una concecpión Norte-Sur. La mayoría de éstas provienen del Norte con el objetivo de llevar a cabo proyectos ubicados en el Sur (Lehr-Lenhardt, 2005). Las ONGs del Norte dependen más del Estado, entidades privadas, e instituciones internacionales debido que de ahí obtienen el mayor financiamiento. Es decir, existe una sobrepoblación de ONGs que pertenecen al Norte provocando que las del Sur se vean oprimidas y olvidadas.
No todas las ONGs han logrado representar la mayor parte de los intereses y necesidades de la sociedad civil en la toma de decisiones. En ciertos casos, parece haber una ausencia de democracia dentro de los procesos internos. Dentro de ese contexto, el rol que ha asumido una parte de las ONGs en el s. XXI se ha convertido en uno de autocensura ya que se ven inmersas en un juego político elitista donde se presenta un sesgo frente a su enfoque primigenio (la sociedad civil) pero, muchas veces, ponen como prioridad a la misma élite.
Sin embargo, las ONGs continúan funcionando como el instrumento más importante en la representación para la sociedad civil. El mundo necesita de las organizaciones no gubernamentales. Viviríamos en situaciones mucho peores si no fuese por la existencia de éstas; los beneficios pesan más que los costos independientemente del tiempo que lleven para concretarse. Por ello, los aspectos negativos que prevalecen dentro de ellas pueden ser modificados y mejorados para que la sociedad civil pueda ser representada como lo merece, sin ambigüedades.
@sofquintanilla