Schonveld, Ben, and Odhran McMahon. 2018. «The Challenges and Opportunities of Preventing Violent Extremism through Development.» Global Terrorism Index 2018, 67-68.
*Esta es una síntesis anotada realizada por CIPMEX sobre el texto arriba referido*
El paradigma que se tiene para prevenir el extremismo violento suele no darle un papel importante al desarrollo, como fue el caso del Plan del Secretario General de la ONU de 2016. Los países frágiles y/o en conflicto crean condiciones que conducen al extremismo violento. Al mismo tiempo, la violencia, el extremismo violento y el conflicto amenazan al desarrollo. El sector de desarrollo tradicionalmente ha tenido poca interacción con el sector de seguridad, pero en la actualidad cada vez son presionados más para colaborar de manera más cercana debido a estas relaciones (2018, 67). Algunos retos que enfrenta la relación entre desarrollo y prevención de extremismo violento son los siguientes (2018, 67):
- La debilidad conceptual de extremismo violento, ya que es difícil dar soluciones a conceptos disputados y definidos de manera pobre, como es este caso.
- El estudio de extremismo violento no tiene una visión amplia, suele enfocarse en problemas inmediatos de seguridad. Apenas está surgiendo investigación que se enfoca en las causas de raíz de este fenómeno. Además, la investigación ha puesto poca atención en el impacto y reacciones que actos continuos de terrorismo tienen en la sociedad.
La respuesta por parte de los estados a ataques terroristas suele ser exagerada, por ejemplo, darle más poder al ejecutivo a costa de los otros dos poderes, restringir libertades y violar derechos humanos. Dichas reacciones son justo lo que buscan los terroristas para dividir y polarizar a la sociedad. Lo peligroso de estas reacciones exageradas es que se puede crear un ciclo de radicalización entre los gobiernos y los terroristas, un proceso descrito como radicalización de gobierno (government readicalisation). Es decir, los actores estatales pueden tener un papel en la radicalización de individuos al no respetar estándares internacionales de democracia y derechos humanos (2018, 67-68). Estas reacciones coercitivas por parte del estado inicialmente reciben apoyo popular porque en la sociedad se tiene una percepción de crisis profunda, pero hay evidencia que dichas reacciones también generan más extremismo violento, empeorando la situación (2018, 68). Este es un punto central del artículo, ya que resaltan cómo las medidas fuertes que toman los gobiernos para combatir el terrorismo no son adecuadas e incluso pueden incentivar su aumento debido al ciclo vicioso. Hacen esto porque se tiene un entendimiento incompleto y poco amplio del fenómeno del extremismo violento. El concepto de radicalización de estado o radicalización de gobierno puede relacionarse con el caso de México. Por ejemplo, cómo la radicalización de la violencia (que también es extrema) produce efectos psicosociales en la población, lo que hace que las personas favorezcan más las medidas militares o autoritarias (como el apoyo a la Guardia Nacional o a la militarización de la seguridad) y de pronto, quizás en México también se ha experimentado una radicalización de estado. Esto implica entender que si bien las circunstancias que llevan a ciertos actores al terrorismo son distintas entre países como Afganistán, Irak, Somalia y países como México o Colombia, lo que tenemos al final no es tan distinto: círculos de violencia que se alimentan y reproducen, provocando radicalización en distintos actores, incluidas porciones de nuestras sociedades y parte de nuestros estados.
El enfoque dominante en prevenir el extremismo violento sigue siendo el de seguridad y el analizar las causas de raíz es en ocasiones percibido como dar excusas para perdonar el terrorismo. Sin embargo, el enfoque exclusivo de seguridad puede incluso empeorar la situación. Es necesaria una visión más amplia y holística para responder al extremismo violento y así cambiar el paradigma para analizar las causas y no los síntomas de este fenómeno. El extremismo violento es una amenaza transnacional y, por lo tanto, la comunidad internacional debe proveer herramientas de desarrollo para combatirla. Grupos como Al-Qaeda o ISIS dependen de inestabilidad y descontento local, los cuales pueden ser atendidos con medidas de desarrollo y así disminuir la base de apoyo a grupos terroristas, algo que puede funcionar a mediano plazo. La clave para el éxito a largo plazo de la violencia extremista es el apoyo público. Por eso se necesita más del sector de desarrollo en atender esta amenaza (2018, 68). Esto es importante porque se está cambiando el enfoque tradicional al incluir medidas de desarrollo como solución, las cuales tienen una visión a largo plazo y atienden las causas de raíz o estructurales del extremismo violento, algo que la óptica de seguridad deja de lado y la hace ineficiente en el combate de esta amenaza. De cierta manera es construir condiciones de paz estructural como prevención y combate al extremismo violento de raíz y a largo plazo.
*Si desea leer el texto original del autor referido, puede consultar este enlace: Global Terrorism Index 2018