Publicado por El Sol de México el viernes 11 de marzo de 2022. Texto original: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/palabras-de-un-cartel-que-cuentan-una-historia-7976342.html
Es de noche, mañana marchamos. Los carteles que hice, están en la puerta de mi casa y dicen: “no nací mujer para ser: acosada, violada o matada. Nací para ser libre”. Mientras escribía la palabra “acoso”, recordé las múltiples veces que lo he vivido, en la calle, en mi universidad, en el trasporte e incluso en mi propia casa. Con la palabra “violación” recordaba lo que viví, lo que me han contado amigas y las historias que he escuchado que parecen cuentos de terror.
Cuando los terminé y me quedé ahí, viendo palabras que cuentan historias y que representan lucha, me pregunté: ¿cómo le he hecho para sanar? ¿cómo pude escribir “libertad”? Y lo que vino a mi mente fueron esos abrazos que recibí, esas frases que decían “yo sí te creo” y que no era mi culpa. Recordé el miedo que sentí al contarlo por primera vez y la contención que sentí cuando las mujeres de mi círculo me extendieron su mano y me dijeron: “no sabemos cómo, pero juntas vamos a salir de esta”.
Ahí, parada con lágrimas en los ojos, frente a estas palabras, me di cuenta de lo que es la sanación sorora. Lo mucho que se necesita hablar de esto con personas que están dispuestas a abrazarte escucharte y ayudarte a sanar uniendo las piezas de un corazón que de pronto se rompió en mil pedazos. Este 8 de marzo, ve mucho más que mujeres marchando, ve hermanas y amigas que acogen el corazón de sus sororas heridas. Ve a mujeres que tienen el valor de levantar la voz. Ve a un colectivo de mujeres que está dispuesta a extender su corazón y su sanación a todas las mujeres que hemos sufrido en este país.
Hace unas columnas escribí: “ser mujer duele en México”. Hoy completo esa oración diciendo que también ser mujer en México te da la oportunidad de sanar, de amar y de abrazar el dolor. También, de hacer que ese apapacho de curación se extienda a otros corazones rotos que recuerdan experiensas propias al escribir la palabra “acoso” o “violación”. Si bien, la sanación no es lineal, sí es colectiva. Sí es sorora, es algo que las mujeres hemos aprendido a hacer en equipo.
Hoy al escribir la palabra “libre” me acordé de lo que sentí al reir con mis amigas, lo que sentí al contarles lo que pasó, lo que mi alma siente al ver esos carteles que cuentan mi historia. La parte que duele y que me sigue sacando lágrimas pero también la que me curó. Porque mi historia de vida me hizo feminista. Mañana salgo a marchar, abrazando mi vulnerabilidad con mi poder, con valentía corriendo por mis venas, con mis carteles bien claritos, con mis pulmones llenos de aire para gritar con fuerza, con mis amigas y con el corazón un poco más curado.