Ozempic para una paz delgada

Desde hace varias semanas mis redes sociales se han comenzado a tintar de muchos anuncios del producto maravilla, que pareciera ser contenido “orgánico”.

Para aquellos que no están familiarizados con el término, son las menciones de marcas o productos que a simple vista parecen genuinos o gratuitos pero que tienen de fondo una campaña de marketing muy bien pensada. ¿De qué es el anuncio? de ese estado que nos promete la felicidad, el bienestar y la realización personal a través de la delgadez: Ozempic.

No es una novedad que la sociedad encuentre cíclicamente “curas” -uso esa palabra a propósito- para la pérdida de peso. Ya he visto: licuados, polvos, pastillas, máquinas, tenis que parecen salidos de los supersónicos y un sin fin de productos listos para ponerse en la lista de compras…especialmente de consumidoras mujeres. Entonces, ¿cuál es el problema? Esta columna dista de querer centrar la discusión desde una perspectiva de nutrición y de salud, porque las labores del Centro de Investigación para la Paz México no son esas, sino de ver este fenómeno desde una óptica de paz con perspectiva feminista. ¿Qué es lo que está de fondo? Una narrativa lasciva a la diversidad de las corporalidades, diciéndonos otra vez que la normatividad y “lo correcto” se ve dentro de un cuerpo delgado. 

Según Mancuso et al. (2021), la discriminación -ese mecanismo que ‘jerarquiza a las personas por características arbitrarias a las que se les atribuye superioridad o inferioridad’-, también se sostiene en torno a las corporalidades. Esto genera una plataforma de violencia, directa o sistemática, contra aquellos cuerpos que no encajan en el modelo hegemónico del ‘deber ser’. En palabras simples: si no nos vemos como se espera, dentro del ideal de la delgadez, es mucho más probable que las garras de la violencia nos alcancen.

¿Por qué importa? Porque esta discusión no es en lo absoluto nueva, la imagen corporal ha sido un espacio de lucha social también. Como lo fueron los pelos parados de los punks, el cabello chino/afro o esas curvas naturales de las mujeres que comunican la misma cosa: la resistencia a un sistema que no permite la diversificación y busca oprimir a ciudadanos de segunda clase por no encajar en el status quo.

Por eso, ver a personajes emblemáticos de cuerpos no normativos como a Serena Williams promocionando Ozempic me hace tanto ruido. Celebrar un discurso simplista y pesocentrista sin acercarse a especialistas de la salud, no puede ser más que un error. Porque en esos anuncios también se asoma la violencia estructural, disfrazada del siguiente producto estrella que nos aleja cada vez más, de la paz que viene con celebrar la diversidad corporal.

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