Optamos por la oscuridad

Publicado por El Sol de México el viernes 22 de octubre de 2021. Texto original: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/optamos-por-la-oscuridad-7374805.html

Novena y tres mil. Según las cifras oficiales, ya son novena y tres mil personas desaparecidas y no localizadas. Recordemos que esta cifra es mucho más que un simple número: son vidas en juego, son actos de injusticia, son familias buscando respuestas y preguntándose día con día dónde está su ser querido. 

También son novena y tres mil casos de impunidad en los que el Estado ha demostrado que no tiene la capacidad de cumplir con su deber de proteger a la población y de ofrecer seguridad, tampoco de proveer la verdad, justicia, reparación y garantías de no reparación que las familias de las víctimas necesitan. Este es un hecho que parece ser la constante de nuestro país. Pasan los años, pasan las administraciones, cambian los partidos pero la violencia sigue presente. 

Tristemente, la violencia, la impunidad, y la corrupción se han hecho las lóbregas compañeras de nuestra actualidad. La clase política decide simular que esto no es así al decir que “se acabó la impunidad y la corrupción” o que “no hay violaciones a derechos humanos ni masacres”. El argumentar algo tan alejado con la realidad demuestra que el compromiso con el Estado de Derecho y con la seguridad es inexistente. 

Nos enfrentamos a una realidad que exige acciones contundentes por parte de las y los gobernantes pero ellas y ellos optan por guardar silencio ante las injusticias y cerrar los ojos para intentar ignorar el dolor que nos rodea. Sin embargo, esto no se limita solamente a la clase política. Sería un error pensar que las sociedad civil no es partícipe de la normalización de la violencia. 

Cada día nos despertamos con una noticia nueva: desapariciones, masacres, zonas de exterminio, fosas clandestinas, pero ya nada nos impacta y pareciera que estuviéramos viendo la noticia del clima. Nada nos sorprende, nada nos mueve. Como ha mencionado Jacobo Dayán, nada nos preocupa. Ni nos ocupa. 

No hay presión ni exigencia al Estado por parte de la sociedad. Por el contrario, pareciera que existiera cierto grado de complicidad ya que no existe el interés suficiente para obligar a la clase política a abordar esta agenda con la seriedad necesaria y cambiar esta realidad. Así que decidimos no actuar. Decidimos ser negligentes y optamos por el silencio o, como lo diría Rosario Castellanos, por la oscuridad. La oscuridad que la violencia necesita para ser cubierta, para engendrar sueño y que las mexicanas y los mexicanos podamos seguir durmiendo soñando que soñamos. 

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