Por Cynthia Sacal
Entre enero y junio de 2025 se reportaron 7,399 personas desaparecidas y no localizadas en México, lo que representa un aumento de casi 18% en comparación con el mismo periodo de 2024 (Infobae, 2025), de acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación. Al momento de elaborar este artículo, 130,703 personas siguen desaparecidas y no localizadas.
Un análisis basado en datos del RNPDNO realizado por Patricia F. San Juan para El País en mayo de 2025, revela un dato alarmante: la desaparición de niños, niñas y adolescentes (NNA) entre 10 y 14 años aumentó un 72% entre los periodos del 13 de mayo de 2023 al 13 de mayo de 2024, y del 13 de mayo de 2024 al 13 de mayo de 2025.
Al consultar personalmente el RNPDNO, realicé dos búsquedas específicas de NNA entre 0 y 19 años:
Del 23 de julio de 2024 al 23 de julio de 2025: 3,494 casos.
Del 30 de junio al 23 de julio de 2025: 296 casos.
Es decir, en solo 23 días se reportaron 296 NNA desaparecidos y no localizados, de los cuales 11 fueron reportados entre el 21 y el 23 de julio.
Es esencial recordar que estos datos no son solo números: son historias trágicas y llenas de sufrimiento, tanto de las propias personas desaparecidas como de sus familiares y amigos, quienes buscan y luchan cada día por encontrarles. A finales de junio, colectivos de familiares de personas desaparecidas hallaron restos humanos en una fosa clandestina dentro del panteón de Jojutla, Morelos. Se ha reportado que al menos 12 de esos restos pertenecen a menores de edad, incluidos bebés.
Y el problema no termina ahí. Las personas que integran los colectivos de búsqueda también corren peligro. Desde 2010, han sido asesinados 27 y han desaparecido 3 personas buscadoras; tan solo en abril de este año fueron asesinadas dos, y una más en marzo.
En un país donde los NNA desaparecen y aparecen en fosas, donde personas de colectivos que los buscan son asesinados y donde el Estado sigue sin dar respuestas claras ni justicia, y niegue los hechos, no se puede hablar de paz. La construcción de paz no empieza con discursos ni con estadísticas maquilladas: empieza con verdad, con justicia, con memoria, con protección real para quienes buscan.
La paz no puede construirse sobre el silencio ni sobre la impunidad, porque mientras haya una sola persona buscando, México seguirá siendo un país en deuda consigo mismo