Miedo y prejuicio: herencia del 9/11

Por: Fernanda Aguila. Publicado en El Sol de México el 11 de septiembre del 2020.

Hace unos días estaba leyendo acerca de los protocolos de seguridad en el grupo de vecinos, cuando llamó mi atención, un mensaje que decía: “aunque uno quiera ayudar al personal de mantenimiento, lidiar con otra educación es difícil, ellos solo entienden de obligaciones, tarde o temprano pagaremos las consecuencias de confiar tanto ¡nos estamos poniendo en riesgo!” La persona que hizo dicha afirmación explicó, que ella había sido víctima de un secuestro años atrás y que a raíz de esto no confía en sus trabajadores. Eso me hizo cuestionarme ¿hasta que punto el miedo puede volvernos insensibles?

Esta anécdota muestra una respuesta individual a un evento traumático, pero es importante reconocer que estas mismas conductas se reproducen en todos los niveles sociales. A 19 años de los terribles atentados ocurridos el 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, donde murieron al menos 3000 personas en un ataque perpetrado por un grupo terrorista, consideré pertinente hablar de algo tan humano, como lo es el miedo y el efecto que éste tiene en la cohesión social.

Preocuparnos por nuestra seguridad y la de nuestras familias es algo completamente natural, sin embargo, ¿puede el miedo volvernos prejuiciosos? Los atentados terroristas del 9/11 marcaron un antes y después en las políticas de seguridad pero sobre todo en las políticas migratorias, dicho proceso de securitización se tradujo en medidas que impiden el acceso al país a determinados grupos por considerarlos una amenaza. La Escuela de Copenhaguen define el proceso de securitización como el acto discursivo donde se manifiesta la existencia de una amenaza y se busca justificar medidas extraordinarias para garantizar seguridad. El problema con este tipo de discursos radica en que pueden servir para justificar la xenofobia (miedo al migrante) y otras formas de violencia.

Discursos como los del Presidente de EEUU, Donald Trump se alimentan de los prejuicios existentes, los cuales señalan a los migrantes como una amenaza, y los vuelven vulnerables a crímenes de odio. Autores como Huysmans (2000) aseguran que los estados temen la migración ya que la consideran un factor desestabilizador, que puede destruir la cohesión interna. Es decir, los inmigrantes no solo afectan la vida normal de un número reducido de personas, sino que ponen en peligro “una forma de vida colectiva que define una comunidad de personas”.

Reflexionar acerca del origen de nuestros prejuicios es fundamental para construir sociedades pacíficas. Entender que “el miedo es el detonante de la desinformación y de la generación de prejuicios” (ADL, 2020) es el primer paso para dejar de violentar a quienes consideramos diferentes.

Tw:@fer_aguilav95

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