Por Michelle Kawa. Publicado en El Sol de México el 10 de julio del 2020. Enlace original: https://bit.ly/2ZPA5Qo
La investigación sobre las causas del comportamiento corrupto se ven agravadas por las dificultades inherentes entre la separación del efecto de las normas sociales versus la aplicación legal. Esto quiere decir que, aquellas sociedades que colectivamente le dan menos importancia a erradicar la corrupción, suelen tienen normas sociales débiles de anticorrupción, y por ende menos aplicación de la ley.
Comprender la importancia relativa de estas posibles causas de corrupción es de gran relevancia en la reforma de las instituciones públicas para mejorar la gobernanza ya que, si la corrupción se controla predominantemente a través de las normas sociales, las intervenciones que se centran exclusivamente en impulsar la aplicación legal probablemente fracasarán.
Un experimento realizado en Nueva York (NYC) involucró a diplomáticos de las Naciones Unidas (ONU). En esta ciudad es normal tener un tráfico vehicular intenso que a menudo suele detenerse, esto suele aumentar durante las reuniones de la ONU. Los hábitos de estacionamiento de los diplomáticos tampoco ayudan, ya que se ha descubierto que muchos se estacionan ilegalmente, sabiendo que su inmunidad diplomática les permite ignorar las multas. Este tipo de comportamiento encaja perfectamente con la definición tradicional de corrupción: un abuso deliberado del poder conferido para obtener una ganancia personal.
Durante un período de cinco años, Raymond Fisman y Edward Miguel (2006), dos economistas, analizaron quiénes de entre los diplomáticos recibieron multas de estacionamiento en NYC. El resultado que obtuvieron fue que entre 1997 y 2002, los diplomáticos recibieron 150,000 multas por estacionarse indebidamente, las cuales quedaron sin pagarse sumando un total de $18 millones de dólares.
Los autores encontraron que había una fuerte correlación entre el estacionamiento ilegal de los diplomáticos y los niveles de corrupción de sus países de origen. Utilizaron el Índice de Percepción de la Corrupción como su herramienta de medición principal, pero corroboraron sus hallazgos con otras medidas de medición de corrupción.
Este descubrimiento sugiere que las normas culturales o sociales relacionadas con la corrupción son bastante persistentes. De hecho, las normas sociales relacionadas con la corrupción aparentemente están más profundamente arraigadas, que otros factores como la aplicación de la ley son determinantes del comportamiento corrupto. Así, los autores concluyen que los diplomáticos de países con bajos niveles de corrupción, se comportaban correctamente, incluso cuando hubiera sido posible haber violado las reglas y quedar impunes.