Por Mauricio Meschoulam. Publicado en El Universal el 22 de junio del 2020. Enlace original: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/hablemos-de-actitudes-instituciones-y-estructuras-de-paz-hablemos-de?fbclid=IwAR16O0aURW89avkwjqwXCGovduWcbGKmx5VN9_rXhbFcb6eC5crJjvkB3dU
Dos datos fundamentales para iniciar. El primero: México es uno de los 25 países menos pacíficos del planeta (IEP, 2019). El segundo: la paz no se limita a la ausencia de violencia. En palabras del Instituto para la Economía y la Paz, se requiere de actitudes, instituciones y estructuras sólidas que no solo forjen y edifiquen, sino que sostengan condiciones de paz. El Consejo para Prevenir la Discriminación en México (Conapred) es una de esas instituciones. Dedico unas líneas a explicar por qué, dado que en los últimos días ha estado a debate no solamente su actuación en algunos momentos específicos de tiempos presentes y pasados, sino su misma existencia. Y si bien es verdad que esa, como otras instituciones del Estado han tomado decisiones que pueden ser discutidas, esta es precisamente uno de los órganos que merecen ser fortalecidos, no debilitados. (Para entender el origen y detalles sobre el desempeño de Conapred, así como sus logros, lea este texto de Jesús Rodríguez Zepeda: https://bit.ly/2YWGYiG puesto que el ángulo de mi texto de hoy es distinto).
1. La paz tiene, en efecto, un aspecto negativo—lo que la paz no es, o esa serie de factores que no deben estar presentes para que pueda haber paz—que consiste en la ausencia de violencia y la ausencia de miedo a la violencia. Sin embargo, esas son condiciones necesarias, no suficientes, para que haya paz, toda vez que ésta tiene también un aspecto positivo: aquello de lo que se compone. Para poder entender en qué consiste el ADN de la paz, no basta estudiar la guerra o la violencia, sino que hace falta estudiar a las sociedades pacíficas, el entorno que las favorece, y los círculos virtuosos que producen. Ambas, paz negativa y paz positiva, son esenciales y se encuentran altamente correlacionadas.
2. A partir de investigación de las circunstancias políticas, económicas, sociales y culturales de decenas de países que muestran altos niveles de paz a lo largo de los últimos 65 años, distintos autores nos explican los factores estructurales que se encuentran detrás de esas sociedades. Condensando esos conceptos, el Instituto para la Economía y la Paz describe ocho indicadores en los que dichas sociedades, de manera clara y constante, muestran mejor desempeño que las sociedades que carecen de paz. Estos son los ocho pilares o columnas de la paz: (1) gobiernos que funcionan adecuadamente, (2) distribución equitativa de los recursos, (3) el flujo libre de la información, (4) un ambiente sólido y propicio para negocios y empresas, (5) un alto nivel de capital humano (generado a través de salud, bienestar, educación, capacitación, investigación y desarrollo), (6) la aceptación de los derechos de otras personas, (7) bajos niveles de corrupción, y (8) buenas relaciones entre vecinos (cohesión social).
3. La paz tampoco supone la ausencia de conflicto. Somos seres diversos, pensamos de formas diferentes, tenemos creencias o preferencias distintas, y a veces nuestra diversidad nos hace chocar. Sin embargo, la presencia de esas actitudes, instituciones y estructuras adecuadas, nos permite procesar y resolver los conflictos mediante mecanismos pacíficos.
4. Actitudes. Las actitudes que fomentan la paz positiva tienen que ver esencialmente con la inclusión, la aceptación de los derechos de todas las personas y el respeto. Por contraste, comprender la violencia desde el fondo, supone valorar sus distintas manifestaciones como, por ejemplo, la que se gesta desde las actitudes como lo son aquellas basadas en prejuicios y en la discriminación. Entre otros instrumentos existentes, la pirámide del odio desarrollada por la Liga Antidifamación (ADL) en los Estados Unidos, es una herramienta útil que nos permite incursionar en algunos de los rasgos de la violencia a que me refiero.
5. Como explica la ADL, la pirámide inicia con comportamientos sesgados o prejuiciosos que se elevan en complejidad desde abajo hacia arriba. Todas las conductas señaladas representan riesgos de diverso grado, pero en la medida en que las personas o grupos suben en dicha pirámide, en esa medida estos comportamientos pueden traducirse en amenazas a las vidas de otras personas. Quizás la cuestión más relevante señalada por esta organización, es que si los comportamientos en la base de la pirámide reciben la aceptación o se normalizan en una sociedad (o en sectores de la misma), esa aceptación explícita o implícita tiende a facilitar ascensos hacia los siguientes niveles. Cada nivel soporta al siguiente.
6. La parte inferior de la pirámide consiste en “Actitudes de Prejuicio”. Estas actitudes incluyen la estereotipación, el miedo a lo diferente, las “micro agresiones”, el justificar el comportamiento sesgado o tendencioso, entre otras conductas.
7. De la actitud prejuiciosa se asciende al siguiente nivel de la pirámide: los actos motivados por el prejuicio o el sesgo, los cuales incluyen comportamientos ya más agresivos tales como el bullying, la ridiculización o la deshumanización. Las bromas tendenciosas están ubicadas en este nivel. Del acto prejuiciado, la pirámide escala hacia la discriminación, la cual puede ser social, económica, política, educativa, o de empleo. Los siguientes niveles ya consisten en la violencia directa motivada los factores anteriores.
8. Estructuras. Pongamos un par de ejemplos: al estudiar decenas países en donde existe conflicto armado o crimen violento, se detecta que la corrupción o la desigualdad, tienen una elevadísima correlación con la violencia. Mientras más corruptas y desiguales son las sociedades, más probabilidades de que éstas experimenten violencia. Por contraparte, las sociedades más pacíficas tienen de manera consistente un mejor desempeño en ambas variables. Por consiguiente, pensar en reducir violencia a través de esquemas meramente punitivos, sin al mismo tiempo transformarnos en sociedades más equitativas y menos corruptas, es desatender los factores estructurales que construyen y sostienen la paz, muy a pesar de que ciertas medidas para la reducción de violencia pudiesen tener mayor o menor eficacia. Es decir, fomentar el crecimiento con desarrollo económico sustentable y con desarrollo humano, el bienestar, el empleo, la salud, la educación, la democracia, el respeto a los derechos humanos, el combate a la corrupción y el fortalecimiento de la transparencia y rendición de cuentas, el respeto al estado de derecho y una eficiente impartición de justicia, la cohesión social, la inclusión, la protección a los periodistas y el acceso a la información, no son temas “interesantes” o necesarios cada uno de manera independiente, como si estuviesen desconectados entre sí. Estos componentes se encuentran, cada uno, vinculados de manera directa o indirecta a las circunstancias de falta de paz estructural que vive México.
9. Instituciones. Por lo tanto, es posible concluir que un país como México necesita de instituciones sólidas que no solo sean capaces de combatir la estructuras que engendran la violencia, sino que sean capaces de construir, desde la raíz, actitudes y estructuras de paz. Y si consideramos que la falta de paz no es un problema menor, sino, de hecho, quizás el mayor problema que padecemos, entonces estas instituciones necesitarían de toda la fortaleza posible, necesitarían amplios recursos, personal, y capacidad de diseñar e implementar políticas públicas transversales. Eso es lo que hace Conapred desde su origen.
10. Si usted puede leer el texto de Jesús Rodríguez Zepeda (https://bit.ly/2YWGYiG), se podrá dar cuenta de que la lucha de Conapred ha sido ardua, desde abajo, que sus logros y alcances probablemente distan de ser los que este país necesita, pero existen; que su construcción ha sido el fruto de la colaboración entre actores políticos y actores sociales, y que su trabajo apunta precisamente hacia la construcción de paz como arriba explico. Esa institución requiere ser fortalecida, no diluida, mucho menos atacada, golpeada o desconocida por nuestro presidente.
Dese una vuelta por los diarios estos días y verá la necesidad de tomar el tema de la construcción de paz con absoluta seriedad. Conapred no puede hacer, obviamente toda la tarea, pero sí una parte. Y la hace todos los días. Caminar hacia la disolución de Conapred no acerca al país a las condiciones de paz; nos aleja de ellas.
Twitter: @maurimm