Mucho se habla sobre la crisis migratoria entre la frontera de México y Estados Unidos, especialmente de manera reciente debido a las nuevas políticas que el Presidente Trump está imponiendo para deportar indiscriminadamente a inmigrantes a sus países de origen. Sin embargo, poco se menciona la grave situación que enfrentan las personas en la frontera entre Bielorrusia y Polonia.
Un informe publicado el 18 de marzo de 2025 por Oxfam y la ONG Egala, detalla la violencia y tortura que sufren quienes quedan atrapados en la frontera:
Todo comenzó en mayo de 2021, cuando la UE impuso sanciones a Bielorrusia tras el aterrizaje forzado de un avión comercial en Minsk y el arresto de un bloguero opositor y su novia. En respuesta, el presidente Aleksandr Lukashenko anunció que su país dejaría de prevenir la inmigración irregular en la frontera con la UE.
Desde mediados del 2021, se reportó que miles de personas estaban atrapadas en la frontera, alentadas por agentes de viaje en el Medio Oriente y por las propias autoridades bielorrusas, quienes facilitaron visas de turistas y a viajar a las fronteras con Polonia, Lituania y Letonia. Los oficiales polacos impiden su ingreso y los devuelven, mientras que los bielorrusos los detienen, maltratan y obligan a intentar cruzar nuevamente sin permitirles regresar a sus países de origen. Esto los condena a permanecer atrapados días o semanas en la frontera sin refugio, agua ni comida, resultando en muertes, hipotermia y otras enfermedades y lesiones (Human Rights Watch, 2021).
En los últimos cuatro años, la situación ha empeorado con una creciente militarización y barreras físicas, incluyendo un muro de 5 metros construido en 2022 que únicamente ha causado más lesiones. En el lado polaco, conocida como “Sistema” o “la zona de muerte”, la gente enfrenta hambruna, agotamiento extremo, deshidratación, enfermedades estomacales, pie de trinchera, congelación e hipotermia. Testimonios mencionan que, en el lado bielorruso, las personas son castigadas y golpeadas por no lograr cruzar a Polonia y son comunes las heridas por mordeduras de perros, marcas de golpes y violencia sexual.
Al igual que en la frontera con Estados Unidos, quienes buscan ingresar a Polonia son personas que en su mayoría buscan seguridad. No hay barrera lo suficientemente alta que detenga la desesperación de quienes huyen de la guerra, la persecución o la miseria. Responder con violencia solo perpetúa el sufrimiento y la crisis. Es imperativo adoptar soluciones humanitarias basadas en el respeto a la dignidad y los derechos humanos, promoviendo corredores seguros y acceso real al asilo y siempre partiendo del reconocimiento de la humanidad del otro.