Hace poco un gran amigo y yo intentabamos (a través de las poderosas herramientas de la diálectica y la conversación) responder y analizar los mayores problemas que nos conciernen como humanidad. Una de esas típicas conversaciones donde hablas de todo y nada al mismo tiempo…
Teniendo como evidencia la creciente ola de violencia que inunda nuestro mundo hoy en día, fue inevitable hablar de una guerra nuclear y un apocalipsis hecho por los humanos. Y casualmente empezamos a explorar la gran Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard; “mínimo nos pudimos poner de acuerdo en eso”- comentaba este querido amigo. “Sí, y lo bueno es que lo pusieron casí pegado al Polo Norte”- dije. “Así nadie lo podrá destruir y será mucho más dificil que lo destruyan los humanos”.
Si uno entra a la página oficial de la Bóveda y empieza a indagar puede encontrar una sección donde detalladamente explican que su ubicación es el resultado de un profundo estudio de viabilidad hecho por expertos mundiales; que la enorme capa de piedra congelada en la que está enterrada la Bóveda es conveniente por la refrigeración y que de hecho hay otras bóvedas alrededor del mundo, pero que estas están más al sur, por lo que era necesario tener una al norte. Pero, si en realidad uno se pone a profundizar, puede que encuentre otras teorías mucho más obscuras.
¿Será que está tan alejado de la humanidad porque no confiamos en nosotros mismos? ¿Será que en realidad nos creemos tan capaces de destruir nuestro mundo, nuestra casa, que decidimos dejar nuestra última esperanza lo más alejado de nosotros que se pueda?
Creo que las respuestas a estas preguntas no son tan importantes como el cuestionamiento que proponen… Creo que más que encontrar respuestas, tenemos que sentarnos a reflexionar y ponderar sobre la problemática en cuestión. ¿Por qué tuvimos que recurrir a este tipo de medidas?¿Por qué a los humanos les cuesta confiar en otros humanos?
Se dice que sobrevivimos y evolucionamos gracias a nuestra capacidad de poder trabajar en equipo y hacer sociedad. Se dice que nuestra habilidad de reconocer patrones e hilar puntos para crear historias fue lo que nos permitió escapar la lógica de la cadena alimenticia.
Pero hoy en día esas afirmaciones tan sólo parecen recuerdos de un pasado mejor. Hoy, nos encontramos en un momento sumamente frágil de nuestra humanidad. Hoy más que nunca se ha hecho visible nuestra poca capacidad para organizarnos como especie. Hoy, les invito a reflexionar; les invito a sentarse a ponderar… ¿Dónde quedó nuestra capacidad de organizarnos?¿En qué momento perdimos nuestro sentido de responsabilidad y decidimos dejar todo nuestro futuro en una bóveda enterrada, en vez de dejarlo en las manos de los únicos capaces de salvarnos, nosotros mismos?