Escrito por Cynthia Sacal Rayek. Publicado por El Sol de México el viernes 14 de julio de 2023. Texto original: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/y-los-ninxs-que-10373804.html
Como adultxs, al mirar hacia atrás, nos damos cuenta de lo vulnerables que éramos durante la infancia. Este es un tema especialmente importante para mí; no solo por mi historia personal si no que también porque es a lo que me quiero dedicar: ayudar y proteger a quienes considero como lxs más vulnerables en nuestra sociedad y a quienes más debemos de cuidar.
El acoso escolar es un concepto muy agresivo y es importante reflexionar sobre lo que realmente significa. UNICEF lo define como la persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Y aquí es donde surge la duda: ¿Cómo puede ser que un niñx tenga este “instinto” o “necesidad” de acosar a otrx? En lo personal, es algo incomprensible, pero existen estudios que creen que lxs niñxs aprenden la agresión de los adultos o de otrxs niñxs a través de la observación y la imitación (UNICEF, 2023).
Si no hay una base sólida, con el paso de los años, este comportamiento se puede ir agravando poco a poco y cada vez se vuelve más complejo hasta llegar a un punto en el que podría ser irreparable.
Es sumamente importante recalcar que la paz siempre se construye desde la raíz; enseñar lo que es la tolerancia, el respeto y la empatía es la clave, ya que, de lo contrario, solo veremos cómo se intensifica hasta llegar a un punto irreparable, además de los traumas que puede causar.
Durante los 14 años que estuve en mi primera escuela, fui víctima de acoso escolar muy fuerte. Mi primer recuerdo de un acto así fue a los 3 años, mi madre solía decirnos: “no usen violencia” y eso fue lo que yo nunca hice, lo cual, irónicamente llevó a que me etiquetaran de acusona, al intentar otros medios.
No comprendíamos si era yo, o si había otra razón por la cual no podía hacer amigxs, entonces me llevaron a infinidad de psicologxs tanto dentro de la escuela como fuera, y me realizaron exámenes psicométricos para averiguar si efectivamente era yo o los demás; claro, mi mamá siguiendo los consejos de lo que los profesionales de la escuela le decían que haga.
¿A qué voy con todo esto? Hace menos de una semana, me diagnosticaron con TDA y aunque hoy en día mi cerebro lo ha aprendido a compensar, este es el eslabón que durante tantos años busqué y la razón por la cual no tenía amigxs. Simplemente, mi cerebro no se podía enfocar en la parte social cuando mi atención estaba enfocada en la escuela.
Hoy decido perdonar a mi pequeño yo por no saber mejor y le digo: no fue tu culpa y nunca hubo nada mal contigo. Hoy les invito a que ustedes hagan lo mismo, la víctima nunca tiene la culpa.